Política industrial moderna
- T+
- T-
José Miguel Benavente
En una columna reciente, Klaus Schmidt-Hebbel nos sugiere que la política industrial activa no ha sido el motor de desarrollo productivo de los países. Y para ello toma como ejemplo, no solo literatura sino que también el retroceso en el apoyo estatal que se observa en los países europeos a sectores productivos específicos.
Pues bien, el profesor Schmidt-Hebbel tiene toda la razón. Ninguna política industrial explica por si sola el desarrollo económico observado en países modernos. También tiene razón cuando menciona que la política industrial implementada en los países del cono sur durante los años 40 generó muchas distorsiones, malas prácticas y capturas de la autoridad. De igual modo ocurre cuando menciona que la práctica de deducciones tributarias y otro tipo de regalías inhibidoras de competencia ayudan poco para potenciales sectores o empresas puedan generar las externalidades positivas que habla en su artículo.
Lo que no dice Klaus es que, primero, todos los países que han alcanzado el desarrollo han implementado políticas de apoyo específico a ciertos sectores. Obviamente, no lo han hecho en forma exclusiva. Segundo, la política industrial implementada en America Latina no era una política industrial en el sentido estricto sino que era principalmente un mecanismo arancelario. Y, tercero, ninguno de los que hemos estudiado este tema sugiere que los mecanismos de apoyo sean a través de deducciones tributarias, sino que justamente en la forma que el mismo columnista sugiere: la constitución de mesas público privadas donde sobre la base de diagnósticos sectoriales específicos se organicen soluciones a los problemas que le son propios a cada sector para lo cual las políticas horizontales son ineficientes.
Para evitar la captura, que es natural en estos casos, se requiere de una buena institucionalidad. Y eso se llama Estado. Es decir, agencias que tengan gobiernos corporativos que representen los diferentes intereses en juego: privados, científicos, universidades, trabajadores, ecologistas, liderados por el gobierno que ayuden a resolver los problemas de coordinación tan presentes en estos casos. Con presupuestos consistentes con el desafío, pero con rendición de cuentas de su quehacer.
La pregunta de fondo es cuáles serán los sectores donde haremos como sociedad este esfuerzo. O mas bien, el mecanismo mediante el cual se decide un apoyo marginal mayor para algunos sectores, ya que los recursos no alcanzan para todos. Ello se hace buscando el balance entre las diferentes visiones, la mayoría basadas en las ventajas comparativas evidentes que tiene el país, y haciendo las inversiones necesarias para que se transformen en ventajas competitivas.
Este es un tema de gran interés en la disciplina económica sobre lo cual, en buena hora, ya no hay una sola visión en Chile. Es bueno que se comience a debatir sobre ello. Y que podamos aprender de algunos de los errores que se cometieron en el pasado. Pero ello no quita el mérito de las políticas industriales selectivas que han generado mejoras en la performance productiva del país.